No pares, sigue, sigue… Japón
Cinco minutos para la salida. Se palpa la tensión. Grandes corredores se han dado cita en esta tercera edición del UTMF. La carrera promete. Miro al cielo, totalmente cubierto y amenazando lluvia; espero que no sea un mal presagio. Las dudas me asaltan, solo deseo que la lesión que me ha tenido sin correr estas cuatro últimas semanas no haga acto de presencia y me permita acabar la prueba. No me gustaría nada verme en la tesitura de abandonar. Salimos en tromba, como si nos fuera la vida en ello, bajo la atenta mirada del monte Fuji, al fondo, grandioso, con su cúpula toda blanca. Menudo ritmo… ¿estamos locos? ¿Hemos olvidado que tenemos 170kms por delante? Uf, pero cualquiera afloja, nadie quiere perder comba en los primeros compases de la carrera. Veo como las favoritas se van alejando, yo a lo mío, sé que no puedo seguirlas. Tramos de asfalto y pista se alternan con subidas y bajadas muy técnicas; puede decirse que la carrera tiene de todo.
Los kilómetros transcurren velozmente y una fría noche nos envuelve. El gemelo ni protesta y voy comiendo y bebiendo con normalidad. En el país del arroz como no utilizar este alimento a modo de vitualla! Llevo bolas de arroz cocido envueltas en film a modo de barritas energéticas; variar el sabor introduciendo algo salado entre tanto dulce de bebidas energéticas, geles, batidos, gemínalas…es una delicia para el paladar y el estómago. Me siento bien, con energía, ninguna señal de alarma, estoy disfrutando. Amanece y el frio se torna más intenso, hora de ponerse el gore-tex hasta que el cuerpo vuelva a entrar en calor. No tardare mucho. La subida que me aguarda es demoledora, de las que hacen daño y parecen no terminar nunca.
Pero ay la bajada! Un dolor intenso atenaza mis cuádriceps. La cruda realidad me golpea con todas sus fuerzas, me he quedado sin piernas. La falta de entrenos a pie y los kilómetros de asfalto y pista rodados a buen ritmo en la primera mitad de carrera, me pasan factura. El mero hecho de trotar se torna insufrible, pero sé que no puedo dejar de hacerlo. Caminar lo que resta de prueba supondría una eternidad. Aprieto los dientes, orgánicamente me siento genial, son solo las piernas que no me dejan ir como quisiera. Me repito una y otra vez, a modo de mantra, no hay dolor, no hay, no hay dolor……..Pasito a pasito voy haciendo camino, el ritmo ha decaído mucho, pero hoy ya no doy más de sí. No quedaran ni 20kms cuando me adelanta una chica, ni me sorprende, su ritmo nada tiene que ver al mío, se mueve ágil y pronto desaparece de mi vista. Afortunadamente no me afecta lo más mínimo. No tengo referencias de ningún tipo, y no tengo idea de mi posición en carrera, así que un puesto más un puesto menos, qué más da. Ya solo estar allí, a punto de alcanzar la meta, cuando al inicio era una incertidumbre, es para estar más que satisfecha. Ultima bajada, las piernas me van a estallar, trotino junto al lago, escucho la meta, ya está, ya llego, voy a terminar! Me espera todo el staff de Salomón Japón e Iker, grande como siempre.

Cuerpo y mente desconectan, cada cual hizo su trabajo. Ya no puedo moverme, ni un pasó más. Satisfecha por el logro; una vez más, mente y corazón suplieron a las piernas. Cuando las fuerzas te abandonan, la voluntad de avanzar te llevara a realizar tus sueños.

«Cuerpo y mente desconectan, cada cual hizo su trabajo»