Esta carrera va a ser épica
Aún resuenan en mi mente estas palabras, dichas por mi a Sergio minutos antes de la salida, aguantando una lluvia que caía incesantemente desde hacia horas.
Después del frio que pase en Croacia hacia unas semanas no esperaba que aquello pudiera superarlo. Esta vez al menos venia con mas ropa, y pensé que yendo bien abrigada, aguantaría lo que fuera
Los primeros kilómetros ya en subida, me hicieron entrar en calor. Protegidos por los arboles, sentí incluso una especie de bochorno que me hicieron desprenderme del cortavientos. No parecía que fuera a hacer frio, aquello me tranquilizo. Pero al salir al raso, un fuerte viento barría las laderas y cumbres desprovistas de vegetación, hasta el punto de hacerme tambalear mientras trataba de no resbalar entre la roca caliza. La niebla se abría paso silenciosamente, aunque sin comprometer la visibilidad. A la postre, lluvia, viento y niebla, se convertirían en mi peor enemigo
A pesar del mal tiempo, las primeras horas disfrute de los bellos paisajes por los que discurre la prueba. Las montañas reverdecían bajo el agua. Atravesamos bosques cual cuento de hadas, donde parecía llover dos veces; las ramas de los frondosos arboles se agitaban con el viento y gruesas gotas de agua caían sobre nosotros. El entorno era de ensueño.
Mas la magia del lugar se fue desvaneciendo a medida que el frio se apoderaba de mi, sintiendo la humedad en los huesos, chapoteando en el barro, tratando de mantener el equilibrio entre resbalón y resbalón. Solo pensaba en llegar a Urepel. Despojarme de toda la vestimenta empapada y ponerme ropa seca me devolvieron las ganas de enfrentarme a la intemperie. Físicamente me sentía bien, solo era cuestión de ir soportando el frio, cada vez mas difícil con el paso de las horas y la lluvia y el viento que no cesaban de castigarnos. Ya no acertaba a comer ni beber nada; me era imposible abrir o cerrar cremalleras ni acceder a la mochila. Mis manos entumecidas se habían vuelto inútiles
Una niebla espesa se iba tragando los últimos instantes de luz. Corriendo casi a ciegas era consciente de la importancia de no perder las marcas. Con el frio que llevaba encima no quería ni imaginar lo que podría suponer perderse en aquella zona. Solo pensaba en llegar abajo para poder abrigarme nuevamente y afrontar los últimos kilómetros. Unas luces, voces, una cabaña, me devolvieron a la realidad; no contaba con aquello. Me vi dentro y sentada junto al fuego con un vaso de caldo hirviendo entre las manos. Sabia que aquello era un error. Calada como iba fui presa de violentos temblores. Me despojaron de todas mis prendas, hasta del calzado y calcetines para abrigarme con ropa seca y unas mantas. Mi mente se rebelaba, no tenia que haber entrado, debí tirar para abajo. Llore desconsolada. Seria capaz de salir de allí una vez entrara en calor? Solo de pensar en volver a ponerme todo mojado, se me antojaba poco factible. No quería rendirme, solo necesitaba sacarme aquel horrible frio de encima. Mi lucha interna se vio interrumpida; la organización hablaba a través de las emisoras, paraban la carrera. El primer corredor se había perdido y las condiciones con la niebla eran cada vez mas difíciles. Por un lado sentí alivio, deje de batallar con mis dudas, temores, deseos…….

No se si fue una decisión acertada. Seguro que no fue nada fácil para la organización. A veces como corredores, perdemos la cordura ante este tipo de situaciones exponiéndonos a limites que atentan contra nuestra seguridad impelidos por la tozuda determinación de llegar a meta. A mi me queda ahora un sabor agridulce y la paliza en el cuerpo, pues no dejaron de ser algo mas de cien kilómetros. Pero no quiero ni imaginar la desazón de la primera chica que no ha visto su esfuerzo recompensado. No entiendo por qué la organización solo reconoce como finalistas a los seis u ocho que entraron en meta dejando desiertos algunos premios